Malos augurios para aquellos que intentan plasmar sobre el celuloide “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”. No deja Cervantes que se manche su célebre nombre con adaptaciones que jamás llegarán al nivel de la novela. La locura de Don Quijote se traslada a los directores que intentan imitarla de forma apoteósica y masónica. Ficción y realidad sufren una curiosa simbiosis. Aunque puede que haya una explicación medianamente lógica para este fenómeno. Quizá la maldición llegue desde la cúspide. No, desde el cielo no. La cúspide del cine, la industria hollywoodiense, que simplemente no ve gancho en esta historia como para atreverse a financiarla.
Y es que no se puede decir, ni mucho menos, que la novela jamás haya sido adaptada al cine. Muchos directores como Rafael Gil (1947), Vicente Escrivá (1962) o Arthur Hiller (1972), han conseguido llevar la novela a la gran pantalla, aunque con un éxito silencioso. La historia de aquellos que se han quedado en el mero intento ha trascendido mucho más que la de los que lo consiguieron. Es con lo que se ha quedado el público: con la maldición del Quijote. La han sufrido en sus carnes tanto Orson Welles como Terry Gilliam. Éste último parece atreverse ahora, en 2010, a intentarlo de nuevo. ¿Le dará Cervantes por fin la oportunidad a Gilliam de mostrarnos su visión de la leyenda del manchego?
El intento de Orson Welles
La epopeya del director Orson Welles y su Don Quijote, es ya todo un mito. Es el proyecto que más crispó al director, además del más frustrante de toda su carrera. La intención de Welles era modernizar al ingenioso hidalgo. Pero el caballero de la triste figura no se deja modernizar, su locura penetra en aquel que lo intenta, y llegó un momento en el que el proyecto se le había ido de las manos. Empezó el rodaje en México, pero el presupuesto del que disponía para hacer la película se evaporó apenas comenzar. No se dio por vencido, y puso dinero de su propio bolsillo para seguir adelante.
Alargó después la agonía varios años rodando por Italia y España, mirando con lupa cada uno de los detalles, haciendo que le saliese lo más rentable posible. Tanto, tanto, que los materiales dejaban mucho que desear. Ocho años pasaron, poquito a poco, desistiendo, sin conseguir nada aceptable. Mucho tardó Welles en darse cuenta de que no funcionaba, hasta que se involucró en otros proyectos que le depararon mejor fortuna. Entre tanto, nunca dejó de probar diferentes montajes, sin que ninguno viese la luz. Tuvimos que esperar hasta 1992 para ver algunos fragmentos de la “no película”, montados por Jesús Franco.
La desventura de Terry Gilliam
La maldición de Welles fue el desgaste, pero la de Gilliam no se puede describir con tan sólo un adjetivo. Fueron una serie de desventuras las que acabaron con la paciencia del director en tan sólo siete días. Pero comencemos la historia desde el principio. La idea de llevar a la gran pantalla este clásico de la literatura le rondaba por la cabeza al director prácticamente desde que comenzó a dedicarse al oficio, ya sin sus entrañables compañeros de Monty Pithon.
En 1991, se armó de valor y comenzó a diseñar el story-board de la película. Pronto comenzaron sus primeros problemas: Hollywood no iba a dar ni un dólar por su guión, nadie confiaba en el proyecto. A pesar de todo, tras otros tantos proyectos, Gilliam encontró financiación en la humilde industria europea y pudo comenzar el rodaje -con menos dinero del esperado- de El hombre que mató a Don Quijote casi una década después, en septiembre del año 2000. Se fue con todo el equipo hasta Bárcenas (Navarra), sin sospechar siquiera la que se le iba a venir encima.
La crispación comenzó como consecuencia del bajo presupuesto del que disponía el director. Los protagonistas, Jean Rochefort (Don Quijote), Jonny Deep (Sancho Panza) y Vanesa Paradis (Dulcinea) aceptaron hacer la película por mucho menos de lo que estaban acostumbrados, por lo que si les surgía cualquier tema, su preferencia desde luego no iba a ser estar junto a Gilliam, dicho de un modo más fino: la disponibilidad de estos actores iba a ser limitada.
Ésto carecía de importancia cuando le sobrevinieron uno tras otro una serie de infortunios, casi todos irremediables.Para empezar, el ruido de aviones del ejército sobrevolando la zona impedía que el sonido fuese perfecto, ni siquiera aceptable. Durante los días en los que estaba previsto el rodaje, Bárcenas se convirtió en un lodazal, casi un pantano. Las tormentas se sucedían, destrozando el material, impidiendo el rodaje durante largo tiempo y transformando el paisaje de tal forma que Gilliam no podía seguir rodando en el mismo lugar.
Pero la gota que colmó el vaso fue la indisposición del actor principal, el actor francés Jean Rochefort. Dos hernias se le juntaron de golpe, quizás por los intentos de montar a Rocinante, que por cierto estaba sin amaestrar. Ante esta situación, el rodaje se tendría que retrasar meses. Todo esto ocurrió en tan solo seis días. Al séptimo, Gilliam tiró la toalla.
Al menos sí salió algo productivo de la desdicha del director: lo que iba a ser un making-off de la película, rodado por Keith Fulton y Louis Pepe, llegó al público en forma de documental, una pieza de artesanía titulada Lost in La Mancha.
A la tercera va la vencida
Tiró la toalla, o eso nos hizo creer. Nunca se le quitó la idea de la cabeza. Había estado años intentando recuperar tanto el guión como sus derechos, que ante tanta adversidad habían pasado a manos de diferentes compañías de seguros. Ya en sus manos, lo leyó de nuevo, y decidió rescribirlo. Una nueva perspectiva sobre El Quijote que no cambiaría, sin embargo, la trama principal: un ejecutivo londinense que viaja a la España de Cervantes, donde Don Quijote, le confundirá con Sancho Panza.
En mayo del 2009, Terry Gilliam anunciaba que volvía a la carga en julio de ese mismo año, momento en el que viajaría a Madrid para ponerse con la preproducción. Sólo una cosa clara: no rodaría de nuevo en Bárcenas. El director de cine cumplió con su palabra y se puso las pilas. A día de hoy se encuentra en Valencia buscando nuevas localizaciones.
Hace poco más de un mes Gilliam dio a conocer al nuevo Don Quijote, interpretado esta vez por Robert Duvall. A quien, muy a nuestro pesar, no veremos entre el reparto será a Jonny Deep, muy ocupado con sus Piratas del Caribe. El nombre de quien interpretará a Dulcinea también está en el aire, pero el director dio una descripción perfecta de la persona que tenía en mente, “una joven Penélope Cruz, de unos 20 años”. Una Dulcinea con “fuego en la mirada”. ¡Ánimo Terry!, que a la tercera va la vencida.
El fenómeno de las tres dimensiones está expandiendo sus alas por nuestro país, y para comprobar sus efectos nos lanzamos a ver lo nuevo de Louis Letterrier (director entre otras de "Transporter" o "El increíble Hulk"), la versión del clásico de 1981, "Furia de Titanes".
La película es una adaptación libre de la leyenda mitológica de Perseo, hijo de Zeus, padre de los dioses griegos. Perseo y su madre, Dánae, son encerrados en un cofre por Acrisio, su abuelo, y arrojados al mar. Arrastrados por la corriente llegan a la isla de Sérifos, donde Perseo alcanza la madurez. Allí tendrá conocimiento de la misión de su vida y emprenderá un viaje alucinante, en el que tendrá que ir superando duras pruebas.
Los que conozcan la original de Desmond Davids habrán notado que el argumento es diferente en esta revisión de 2010, ya que no aprece Calibos, ni su madre la diosa Thetis, que eran los enemigos de Perseo en la cinta inglesa, siendo sustituídos por Hades el dios del inframundo, que en este caso está interpretado por Ralph Fines.
Volviendo al 3d, en mi humilde opinión creo que la mayoría de las pantallas españolas, excepto Kinépolis, no están del todo adaptadas a este novedoso formato. Por lo que la experiencia vivida durante la proyección no deja muy buen sabor de boca al redactar las líneas de ésta crónica. Además la proyección en supuesto digital tridimensional tiene un coste adicional que oscila entre los 3 y 4 euros mas que el precio de una entrada convencional. Supuestaemnte el precio incluye el alquiler de las susodichas gafas especiales, muy alejadas de aquellas de cartón que usabamos en la tierna infancia, y que hay que devolver religiosamente a la salida de la sala, ya que según un video que se proyecta previo al film: "las gafas no tienen otro uso fuera del cine, y deben ser limpiadas para su próximo uso".
Desde hace ya unos cuantos meses podemos ver la gran variedad de estrenos que nos llegan en formato 3D a las sale de cine, a cada cual con su calidad de imagen particular, empezando desde la espectacular imagen de "Avatar" pasando por "Como entrenar a tu dragón" para llegar a "Furia de titanes", pero es de juzgado de guardia lo que han hecho para aclimatar esta cinta al 3D.
En un primer momento su estreno iba a ser en formato habitual , pero a raíz del "boom" en el sector que hubo con "Avatar", la productora decidió adaptarla en postproducción (mediante las técnicas y la inversión que ello conlleva) y el resultado ha sido pauperrimo. Hay muy pocos momentos en los cuales se pueda apreciar cualquier escena con algo de profundidad o perspectiva, incluso si te quitas las gafas como he hecho en algunos de los momentos de la película, no llegas a distinguir diferencia alguna, exceptuando claro, los 3 euros que te cobran de mas por la entrada. Es más en demasiadas ocasiones la alarmante falta de luz en las secuencias diurnas provoca la impresión de que, más que con unas gafas para ver en 3D, hemos entrado al cine con gafas de sol. Resumiendo no vale la pena verla en tres dimensiones.
En cuanto a la película he de decir que el guión es inexistente, la película avanza de manera atropellada y sin coherencia entre batalla y caminata, los diálogos son horribles y las interpretaciones aún peores. En ningún momento sabes qué motiva a los personajes, especialmente a Perseo, interpretado por un espantoso Sam Worthington, que parece más bien un matón de discoteca que un héroe mitológico. Lo único que le queda entonces a "Furia de Titanes" son los espectaculares efectos especiales, pero personalmente, ya ni me impresionan ni nada, es más, me cansan y aburren. Han abusado tanto de ellos para contar historias tan vacías de contenido, que en todo momento me parece estar viendo, más que una película, al director francés jugar a una video consola, durante hora y media. Francamente decepcionante.
Revisen el clásico de los ochenta, que no tiene tanto artificio digital, pero si tiene el encanto de los efectos artesanales de Ray Harryhausen.
Los creadores de la popular serie llevarán las aventuras del justiciero a la gran pantalla
El público lo pedía a gritos, y desde la productora Globomedia, les han escuchado. Daniel Écija, presidente de este grupo y uno de los creadores de la serie, ha asegurado que la serie de TVE “Águila Roja” tendrá su versión cinematográfica. Una nueva historia que contará con las ya conocidas caras del justiciero y maestro de escuela Gonzalo (David Janer), su escudero, Satur (Javier Gutiérrez), la bella Margarita (Inma Cuesta) o la marquesa, Lucrecia de Santillana (Myriam Gallego). Y como no podía ser de otra forma, conoceremos a nuevos personajes aún por descubrir hasta para el propio director de casting, que correrá a cargo de Luis San Narciso (Mar Adentro, Los Lunes al Sol).
El film, tal y como aclaró Écija, tendrá un argumento novedoso, diferente a la conspiración que Gonzalo de Montalvo pretende resolver en la pequeña pantalla. Una nueva historia que sin embargo contará con las intrigas y chascarrillos a los que acostumbramos a ver en televisión. Tan sólo una pista nos ha dado el creador sobre el argumento: girará en torno a un gran conflicto histórico entre España, Portugal y Francia.
El despliegue de capas y espadas al ritmo de las artes marciales, comenzará a grabarse en verano sobre celuloide, justo cuando se termine de rodar la tercera temporada de la exitosa serie. Esta vez nuestro héroe y quienes le rodean tendrán que trabajar más del doble para satisfacer a sus fans más acérrimos. Aún o se han desvelado las localizaciones, aunque en cualquier caso, la peculiar recreación que los creadores de “Águila Roja” harán del Siglo XVII, seguro no dejará indiferente a nadie, tampoco ante la gran pantalla.
Yo soy feo, tú eres feo, él es feo Dirección: Nacho G. Velilla. Intérpretes: Javier Cámara, Carmen Machi, Hugo Silva, Ingrid Rubio. Género: comedia. España, 2010. Duración: 110 minutos.
“Eliseo es un animal de costumbres, nunca ataca sin peinarse antes”. Efectivamente, Eliseo “el feo” (Javier Cámara) se peina el poco pelo que tiene y entra -cojeando- en un bar con una rosa y un libro entre las manos. Sentada le espera su cita a ciegas con la misma flor y la misma novela. Le descubre antes de que él la vea y simplemente huye. Esta primera escena termina de forma trágica para el protagonista. Un buen comienzo para la sátira de una vida triste, vacía, pero llena de ilusiones.
Todos somos feos cuando nos lo proponemos, la fealdad es una actitud, un estado de ánimo. Una realidad que refleja a la perfección Nacho G. Velilla a lo largo y ancho de la hora y media que dura la película. La prueba está en que el espectador consigue ver al guapo actor Hugo Silva repulsivo, y al inconfundible Javier Cámara, se le encuentra “su puntito”.
De comedia rural romántica la tachan los expertos. Y el único de estos calificativos que la define en realidad es el de rural, por el estupendo paisaje aragonés con el que nos podemos deleitar. Demasiado lenta para ser comedia, pero demasiado rápida para ser un drama. En la cinta se muestra todo lo que no debe hacer uno si desea conquistar el corazón de alguien. Eliseo nos da una clase magistral de anti-romanticismo. Es más bien una ironía que termina con final feliz.
Pero este galimatías de género -no nos confundamos-, no quita interés al argumento. El espectador se reirá, seguro, pero se reirá de las dificultades humanas, de sus desgracias, de las desavenencias que uno se encuentra en la vida, de sus sueños frustrados. Se trata, sin más, de una crítica social en toda regla. El conseguir que el público se ría de su reflejo es, sin duda, el mayor logro de Velilla.
El riesgo: que esa risa en lugar de crítica e inteligente, se torne en palurda. Así ocurrió cuando pude ver este segundo film del director de Fuera de Carta, cuando en la escena más cortante, gran parte de la sala lloraba a carcajada limpia. Mi reacción fue de perplejidad, pues la madre del protagonista acababa de morir de forma brutal, justo cuando su vida parecía volver a tener sentido. Aquí comienza el verdadero argumento de Que se mueran los feos. Les invito a que lo descubran y lean entre líneas.
Eliseo (Javier Cámara) es feo, cojo y soltero. No ha encontrado a la mujer de su vida y no conoce el amor. Nati (Carmen Machi) es fea, le falta un pecho y está separada. Encontró al hombre de su vida, pero pese a eso, no conoce el verdadero amor. Eliseo piensa que lo peor de su vida está por llegar. Nati piensa que lo mejor de su vida está por llegar. La muerte de la madre de Eliseo vuelve a cruzar sus caminos después de veinte años, para darles una última oportunidad de ser felices de y enamorarse. Pero, ... ¿Qué pasa cuando la mujer de tú vida está casada con tu hermano?
El guión de Harry Potter y las reliquias de la muerte se extravía en un pub británico
Ya os lo adelantábamos hace unos días: la última entrega de la película de Harry Potter, tiene gafe. Esta vez el disgusto se lo han llevado, de primeras, el equipo de rodaje de la película, al darse cuenta de que habían olvidado en un pub nada menos que el guión, una reliquia que es confidencial hasta el día que la cinta ve la luz ante el público. En el texto se mostraban los giros y vueltas que ha sufrido esta historia, y como no, el colofón que pondrá fin a la saga.
Para suerte de los guionistas y productores, todos estos cambios no verán la luz hasta que sea oportuno gracias a la bondad de los directores del diario británico “The Sun”. El guión fue entregado a este periódico por un hombre que lo encontró bajo la mesa del pub en el que el equipo de rodaje había ahogado sus penas horas antes.
Inmediatamente desde el periódico se pusieron en contacto con los productores para devolvérselo, no sin antes desvelarnos un pequeño secreto: la despedida de Harry Potter se servirá en los partes para aumentar aún más la intriga, una en noviembre y la última en julio de 2011.
Parte de escenario donde se ubica el castillo de Hogwarts se incendia durante una escena
Lo que iba a ser una escena más -no exenta de acción, explosiones, fuego y demás juegos pirotécnicos-, superó realidad ante la mirada atónita del equipo de rodaje de la próxima entrega de la saga de Harry Potter. Se trataba de una de las escenas principales de Harry Potter y las reliquias de la muerte, en la que Hogwarts salta por los aires durante una dura batalla. La secuencia quedó perfecta, tanto que nadie, excepto los bomberos, fue capaz de terminar con la guerra que se libraba entre magos y otras fuerzas sobrenaturales. El fuego se les fue de las manos.
Lo cierto es que este tipo de accidentes no son tan inusuales en el mundo del cine. Al gran Charlie Chaplin le ocurrió cuando rodaba la película que recordaría con más recelo hasta el fin de sus días: El Circo. El estudio donde daba vida al film fue pasto de las llamas en el peor momento posible. Ahora la historia se repite en el castillo de Hogwarts, el mítico escenario en el que Harry Potter coquetea con la magia.
No fue tan traumático como el incendio que sufrió el adorable vagabundo, pero el susto que se llevó el equipo -más de 100 personas presenciaron el accidente- no se olvidará fácilmente. Todo el mundo salió ileso, a excepción del bolsillo del productor ejecutivo y los sentimientos de los fans más acérrimos, pues el castillo construido en los Estudios Leavesden quedó reducido a cenizas y la suma de los daños supera los 110.000 euros. A pesar de las adversidades, las aventuras del joven hechicero continurán para tranquilidad de sus seguidores.